La corrupción política no es
algo novedoso en nuestra sociedad ni en la política, ha estado desde siempre
presente, incluso, en nuestro nacimiento como nación. A lo largo de la historia
de la humanidad la corrupción ha sido un componente casi necesario de la política
y el poder.
Sin embargo, existen claras
y marcadas diferencias en los niveles tolerados de corrupción entre países y sociedades,la pregunta a responder sería ¿por qué algunos países y sociedades son menos
corruptas que otras?.
En tal sentido, podríamos ahondar
en definiciones y conceptos tales como la “socialización”
que se define como al proceso a través del cual los seres humanos aprenden e interiorizan las normas y
los valores de una determinada sociedad y
cultura específica. También, podríamos mencionar y explicar
conceptos como el de “anomia social”
desarrollado de manera brillante por los sociólogos Emile Durkheim y Robert Merton, pero, como
alguna vez dijo Napolóen Bonaparte “…Un ejemplo lo aclara todo…”.
A comienzos de la década de 1960, se llevó a cabo un experimento que de
alguna manera puede ser la síntesis de los dos conceptos antes mencionados: “socialización” y “anomia social”, demostrando como los “modelos” influyen en las pautas de comportamiento de los seres
humanos.
El experimento en cuestión
fue realizado por el Psicólogo Canadiense Albert
Bandura para apoyar un enfoque social-cognitivo, basando la conducta humana
en la interacción entre el sujeto (interpretaciones) y el entorno (castigos y
respuestas). Así, se pudo observar que casi sin darnos cuenta, repetimos
comportamientos que vemos en los demás. Sin embargo, no somos autómatas.
Elegimos el modelo, observamos atentamente, memorizamos y evaluamos si nos
compensa imitarle, o no.
El objetivo principal era
llegar a una conclusión sobre la influencia que ejercía la violencia que
observaban los niños en “modelos”.
El experimento denominado “muñeco bobo” consistía en un muñeco
que era una especie de globo, que tras
ser derribado, recupera automáticamente su posición vertical.
Se
utilizaron dos grupos experimentales GE1 y GE2 y un grupo de control
(GC). Cada grupo experimental estaba formado por 24 niños (igual número de
niños que de niñas) y el grupo de control por 24 infantes, repartido
igualitariamente por ambos sexos.
En el Grupo
Experimental 1 (GE1): 24 niños de
ambos sexos. El grupo a su vez se dividió en dos, de 12 niños cada uno.
- GE1A: Verá una mujer realizar conductas agresivas
dirigidas al muñeco.
- GE1B: Verá a un hombre realizar conductas agresivas
dirigidas al muñeco.
El Grupo Experimental
2 (GE2): Grupo de niños que
observa a un modelo interactuar de forma NO agresiva con el muñeco.
El Grupo Control (GC): 24 sujetos. 12 niños y 12 niñas. Se les presenta el
muñeco sin una observación previa de interacción de ningún modelo.
Las
conclusiones de Bandura fueron:
1.
GE1 (niños que
vieron a un adulto realizar conductas agresivas) tenía más probabilidades de
llevar a cabo conductas agresivas que los otros grupos.
2.
Los niños eran
mucho más propensos a repetir un comportamiento físicamente violento que
las niñas. No hubo tantas diferencias significativas en los comportamientos
agresivos verbales.
3.
Cuando el modelo
era mujer, tendía a ser más imitado por niñas que por niños y viceversa
(similitud con el modelo).
4.
los resultados
indicaron que los niños y niñas que observaron el modelo no agresivo mostraron
muchas menos agresiones no imitativas que en el grupo control, que no tenía
modelo.
El
Psicólogo A. Bandura, habla sobre la “predicción”, elemento muy importante
a la hora de trabajar con el aprendizaje de niños, porque interiorizan muy
rápido cuáles son las “consecuencias de su comportamiento”, sabiendo
diferenciar en los distintos casos. Es decir, Por ejemplo, si cada vez que Juan permanece sentado en su
sitio, su profesor “A” no se lo valora (no le dice “muy bien
Juan, lo estás haciendo muy bien”), Juan seguirá haciendo lo que más le
interese en cada momento. Ahora bien, si el profesor “B” grita cada vez
que Juan se levanta y ordena que todo el mundo permanezca sentado, además de
enseñar que al levantarse hay una reprimenda, enseñará que hay que sentarse
cada vez que el grite. Por tanto, Juan y los demás niños sabrán
que con “A”, da igual si se sientan o no y con “B”, cuando grita y se enoja,
hay que sentarse.
Es
por tal motivo que el profesor en el aula, no solo está enseñando a realizar
conductas o comportamientos, si no que, según la teoría del aprendizaje social,
crea situaciones y patrones de respuesta.
Ahora
bien, si trasladáramos éste experimento al ámbito de los adultos, y al “muñeco
bobo” le llamamos “política”, “Instituciones de Gobierno” o “Justicia”
y, en lugar de un adulto con conductas agresivas ponemos a “políticos o
jueces corruptos” y finalmente sustituimos a los niños del experimento por
la “sociedad”, las conclusiones a las que llegaríamos serian muy
parecidas. Nos encontraríamos con que la sociedad o un gran porcentaje de la
misma termina por imitar los “modelos” con sus buenas o malas conductas.
Finalmente,
como en el ejemplo del “profesor”, la clase política y los jueces no
solo están enseñando a realizar conductas o comportamientos, si no que crean
situaciones y patrones de respuesta en toda la sociedad. Por tal motivo no es
de extrañar que nuestra sociedad continúe reproduciendo y tolerando la
corrupción.
“…Dar
el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única
manera…” Albert Einstein.
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