viernes, 1 de septiembre de 2017

LA CORRUPCIÓN POLÍTICA: UN MODELO A IMITAR POR LA SOCIEDAD

La corrupción política no es algo novedoso en nuestra sociedad ni en la política, ha estado desde siempre presente, incluso, en nuestro nacimiento como nación. A lo largo de la historia de la humanidad la corrupción ha sido un componente casi necesario de la política y el poder.


Sin embargo, existen claras y marcadas diferencias en los niveles tolerados de corrupción entre países y sociedades,la pregunta a responder sería ¿por qué algunos países y sociedades son menos corruptas que otras?.

En tal sentido, podríamos ahondar en definiciones y conceptos tales como la “socialización” que se define como al proceso a través del cual los seres humanos aprenden e interiorizan las normas y los valores de una determinada sociedad y cultura específica. También, podríamos mencionar y explicar conceptos como el de “anomia social” desarrollado de manera brillante por los sociólogos Emile Durkheim y Robert Merton, pero, como alguna vez dijo Napolóen Bonaparte “…Un ejemplo lo aclara todo…”.

A comienzos de la década de 1960, se llevó a cabo un experimento que de alguna manera puede ser la síntesis de los dos conceptos antes mencionados: “socialización” y “anomia social”, demostrando como los “modelos” influyen en las pautas de comportamiento de los seres humanos.

El experimento en cuestión fue realizado por el Psicólogo Canadiense Albert Bandura para apoyar un enfoque social-cognitivo, basando la conducta humana en la interacción entre el sujeto (interpretaciones) y el entorno (castigos y respuestas). Así, se pudo observar que casi sin darnos cuenta, repetimos comportamientos que vemos en los demás. Sin embargo, no somos autómatas. Elegimos el modelo, observamos atentamente, memorizamos y evaluamos si nos compensa imitarle, o no.


El objetivo principal era llegar a una conclusión sobre la influencia que ejercía la violencia que observaban los niños en “modelos”.

El experimento denominado “muñeco bobo” consistía en un muñeco que era una especie de globo, que tras ser derribado, recupera automáticamente su posición vertical.

Se utilizaron dos grupos experimentales GE1 y GE2 y un grupo de control (GC). Cada grupo experimental estaba formado por 24 niños (igual número de niños que de niñas) y el grupo de control por 24 infantes, repartido igualitariamente por ambos sexos.

En el Grupo Experimental 1 (GE1): 24 niños de ambos sexos. El grupo a su vez se dividió en dos, de 12 niños cada uno.
  • GE1A: Verá una mujer realizar conductas agresivas dirigidas al muñeco.
  • GE1B: Verá a un hombre realizar conductas agresivas dirigidas al muñeco.

El Grupo Experimental 2 (GE2): Grupo de niños que observa a un modelo interactuar de forma NO agresiva con el muñeco.
El Grupo Control (GC): 24 sujetos. 12 niños y 12 niñas. Se les presenta el muñeco sin una observación previa de interacción de ningún modelo.

Las conclusiones de Bandura fueron:

1.   GE1 (niños que vieron a un adulto realizar conductas agresivas) tenía más probabilidades de llevar a cabo conductas agresivas que los otros grupos.
2.   Los niños eran mucho más propensos a repetir un comportamiento físicamente violento que las niñas. No hubo tantas diferencias significativas en los comportamientos agresivos verbales.
3.   Cuando el modelo era mujer, tendía a ser más imitado por niñas que por niños y viceversa (similitud con el modelo).
4.   los resultados indicaron que los niños y niñas que observaron el modelo no agresivo mostraron muchas menos agresiones no imitativas que en el grupo control, que no tenía modelo.

El Psicólogo A. Bandura, habla sobre la “predicción”, elemento muy importante a la hora de trabajar con el aprendizaje de niños, porque interiorizan muy rápido cuáles son las “consecuencias de su comportamiento”, sabiendo diferenciar en los distintos casos. Es decir, Por ejemplo, si cada vez que Juan permanece sentado en su sitio, su profesor “A” no se lo valora (no le dice “muy bien Juan, lo estás haciendo muy bien”), Juan seguirá haciendo lo que más le interese en cada momento. Ahora bien, si el profesor “B” grita cada vez que Juan se levanta y ordena que todo el mundo permanezca sentado, además de enseñar que al levantarse hay una reprimenda, enseñará que hay que sentarse cada vez que el grite. Por tanto, Juan y los demás niños sabrán que con “A”, da igual si se sientan o no y con “B”, cuando grita y se enoja, hay que sentarse.


Es por tal motivo que el profesor en el aula, no solo está enseñando a realizar conductas o comportamientos, si no que, según la teoría del aprendizaje social, crea situaciones y patrones de respuesta.

Ahora bien, si trasladáramos éste experimento al ámbito de los adultos, y al “muñeco bobo” le llamamos “política”, “Instituciones de Gobierno” o “Justicia” y, en lugar de un adulto con conductas agresivas ponemos a “políticos o jueces corruptos” y finalmente sustituimos a los niños del experimento por la “sociedad”, las conclusiones a las que llegaríamos serian muy parecidas. Nos encontraríamos con que la sociedad o un gran porcentaje de la misma termina por imitar los “modelos” con sus buenas o malas conductas.


Finalmente, como en el ejemplo del “profesor”, la clase política y los jueces no solo están enseñando a realizar conductas o comportamientos, si no que crean situaciones y patrones de respuesta en toda la sociedad. Por tal motivo no es de extrañar que nuestra sociedad continúe reproduciendo y tolerando la corrupción.


“…Dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera…”  Albert Einstein. 

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