El movimiento
sindical o sindicalismo es la parte del movimiento
obrero que se organiza mediante sindicatos, un tipo de organización que
reúne a los trabajadores a partir del trabajo que desempeñan con el fin de
defender sus intereses comunes ante los empleadores y los gobiernos, aparecida
en el Siglo XIX.
Sindicato y gremio son
palabras habituales para designar las organizaciones de los trabajadores con el
fin de representar colectivamente los intereses de la clase obrera.
Se caracteriza por el
aspecto colectivo de su actuación. En los conflictos laborales, el movimiento
sindical suelen recurrir a la huelga (sectorial o general), como mecanismo
colectivo de presión. El movimiento sindical utiliza la negociación colectiva cuando
articula sus reclamos con las patronales, y el dialogo social cuando interactúa
de manera tripartita o multipartita con el Estado. Cuando concluye acuerdos con
las patronales toman la forma de convenios o contratos colectivos de trabajo.
En definitiva la organización
de trabajadores nace casi simultáneamente con la revolución industrial, dando
así origen a un nuevo tipo de sociedad que pese a los cambios prácticamente se
ha mantenido hasta nuestros días.
Simplificando aún más los
conceptos, podemos decir que básicamente los Sindicatos son la línea de defensa
de los trabajadores que de manera organizada luchan para defender y en la
medida de lo posible ampliar sus derechos.
En nuestro país, nos
encontramos con una sociedad en crisis, con un Estado que no solo no defiende
los intereses del pueblo, sino que, actúa como un agresor despiadado y rapaz de
la gran mayoría de sus habitantes. El continuo deterioro de las Instituciones
tanto públicas como privadas han ido paulatinamente erosionando el tejido
social, económico y político del país. Los responsables de tal terrible situación
es la clase dirigente como ya se ha explicado en otros artículos.
La pregunta que como
argentinos debiéramos hacernos es ¿A caso en un País en completa ruina, existe
alguna luz de esperanza para terminar con la miseria, el hambre y la
injusticia?.
En tal sentido e intentando
responder a dicha pregunta, podría decir que sí existe una luz de esperanza,
que, aunque muy pequeña y tenue aún, puede ser la luz que nos guie hacia el
despertar de la conciencia y el renacer de una nueva sociedad más libre justa y
soberana.
Quizás, en estos momentos
tan terribles que vive nuestra nación y su pueblo, el Sindicalismo pueda
levantar nuevamente las banderas de la Justicia Social, la Soberanía Política y
la Independencia Económica. Después de todo, los trabajadores, la clase obrera,
los “descamisados” son los auténticos herederos del legado del General Perón y
de Evita. Por supuesto, no es una tarea fácil, pues, ha sido en gran medida la
propia dirigencia sindical la responsable por acción u omisión del desastre
nacional, de la miseria y el hambre del pueblo.
Como lo expresó Eva Perón: “…La
obra del general Perón a favor de la clase trabajadora, en pos de la libertad
económica y de la soberanía de nuestra patria, es demasiado grande para que la
comprendan los espíritus mediocres y mezquinos. La obra del general Perón se
agiganta a la distancia y la comprenden los humildes porque ellos son los que
con su trabajo, su sacrificio y su dedicación construyen la grandeza de la
Argentina…”
En la actualidad, el
Sindicalismo y la actual dirigencia sindical, tienen la responsabilidad histórica
de enmendar la espantosa realidad que viven millones de argentinos, deben
hacerlo con decisión y voluntad, pero, la voluntad por sí sola no es ni será
suficiente, se necesita también conocimiento, creatividad y grandeza de espíritu,
despojándose de todo egoísmo particular en la consecución de la grandeza de la
Patria, dando espacio a dirigentes con valores y principios pero también con
los conocimientos suficientes para
lograr con éxito la reconstrucción nacional, la dignificación de los
trabajadores y la felicidad del pueblo.
En un mundo globalizado y en
permanente cambio el nuevo Sindicalismo debe asumir un nuevo rol, un nuevo tipo
de organización que le permita dar soluciones y respuestas acordes a los nuevos
desafíos. Resulta evidente que no tiene razón de ser el Sindicalismo sin
trabajadores y, en un país donde el desempleo ronda los dos dígitos y sigue en
aumento, el empleo informal del 34,2%, la pobreza es superior al 30% y la
indigencia superior al 10%, bien podríamos preguntarnos ¿Para qué necesitamos
sindicalistas?. Esa debiera ser la primer pregunta a responder por la
dirigencia sindical de nuestro país, a partir de allí y dependiendo de cuál sea
la respuesta se puede comenzar la reconstrucción.
Como ya se mencionó
anteriormente, la reorganización sindical por si sola es necesaria mas no
suficiente, se requiere de una visión geopolítica y conocer hacia donde
evoluciona el mundo, teniendo en cuenta los modelos de producción que son
exitosos en otros países para poder armonizar el sindicalismo con un modelo productivo.
Como ya lo dijo el General Perón: “…¿QUE QUIERO? ¿ADONDE VOY? Cada hombre debe
hacerse antes de la acción una pregunta: "¿Qué quiero? ¿A dónde voy? ¿Qué
es lo que busco?" Cuando haya aclarado eso, se le habrá aclarado
totalmente el panorama todo lo subordina a esa necesidad y trabaja para ella…”
En otras palabras debe
tenerse muy en claro que modelo de nación deseamos, un modelo agro-exportador,
una nación industrializada o peor aún el modelo actual que sólo fabrica pobres
e indigentes.
Algunos de los elementos a
tener en cuenta son por ejemplo los diferentes modelos de producción industrial
que son técnicas utilizadas en el sistema fabril para conducir mejor las
operaciones realizadas en sus líneas de montaje. Se trata de una estrategia
realizada por aquellos que detentan la posesión de los medios de producción.
Entre los modelos de producción
encontramos:
El taylorismo (término
derivado del nombre del estadounidense Frederick Winslow Taylor), en organización
del trabajo, hace referencia a la división de las distintas tareas del proceso
de producción. Fue un método de organización industrial, cuyo fin era aumentar
la productividad y evitar el control que el obrero podía tener
en los tiempos de producción. Está relacionado con la producción en cadena.
El Fordismo se refiere al modo de producción en cadena que llevó a la
práctica Henry Ford; fabricante del famoso modelo T. Este sistema que se
desarrolló entre fines de la década del 30 y principios de los 70, creo la
cadena de montaje, maquinaria especializada y usó un número elevado de
trabajadores con altos salarios.
El toyotismo corresponde
a una relación en el entorno de la producción industrial que fue pilar
importante en el sistema de procedimiento industrial japonés y coreano, y que
después de la crisis del petróleo de 1973 comenzó a desplazar al fordismo
como modelo referencial en la producción en cadena. Se destaca de su
antecesor básicamente en su idea de trabajo flexible, aumento de la
productividad a través de la gestión y organización (just in time) y el trabajo
combinado que supera a la mecanización e individualización del trabajador,
elemento característico del proceso de la cadena fordista.
El Volvismo es
un modelo de organización del trabajo, creado por el ingeniero indio Emti
Chavanmco, en la década de 1960, la planta de Volvo en la ciudad sueca de
Kalmar. Posteriormente, también fue implantado en las plantas de las
ciudades Torslanda (1980-81) y Uddevalla (1988), también en Suecia. Es un
post- modelo fordista que reconcilia los aspectos tecnológicos como
humanos presentes en el sistema de producción.
Incuso en la actualidad, el
mundo se encamina hacia nuevas formas de producción y organización laboral.
En cuanto a la reorganización
sindical, también deberían tenerse en cuenta los modelos que han sido más
exitosos y beneficiosos para los trabajadores, los empresarios y el Estado.
Solo por mencionar algunos,
podemos hacer referencia al modelo de organización sindical de Suecia que permitió
un mercado laboral con reglas
claras, altos niveles de paz laboral y responsabilidad salarial y otorga
confianza a todas las partes involucradas.
En
tal sentido un modelo a tener en cuenta es el modelo alemán, que ha permitido a
este país ser el motor económico de Europa y conquistas salariales y sociales
para los trabajadores. En estos momentos en el mundo del trabajo existen nuevas
tendencias, por ejemplo, los trabajadores lograron reducir la semana laboral a
28 horas y fue logrado por IG Metall, el mayor sindicato alemán, que representa
a 2.700.000 operarios e ingenieros del sector metalúrgico. El convenio refleja
un cambio en la mentalidad de la clase obrera y los empleadores de Alemania. El
reconocimiento de que hace falta un mayor equilibrio entre la carga laboral y
la vida familiar. La principal demanda de IG Metall era reducir las horas
semanales para permitir a los obreros cuidar de sus hijos o parientes ancianos o
enfermos.
La responsabilidad de la
dirigencia sindical es enorme en este momento histórico y es al mismo tiempo la
posibilidad de demostrar lealtad hacia el movimiento y hacia los trabajadores. El
sindicalismo no sólo debe reasumir la defensa de los trabajadores sino también de
aquellos que han quedado excluidos y marginados del sistema, porque de lo contrario como lo
dijo el General: “…El pueblo marchará con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de
los dirigentes…”.
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