La palabra Poder viene del latín
vulgar Posere y éste de Posse, Potis de raíz Indoeuropea “Poti”: (amo, dueño,
esposo).
En cuanto al “Poder” desde la perspectiva de la
sociología, el término es sinónimo de fuerza, capacidad, energía o dominio,
puede referirse a:
La capacidad de ejercer un dominio hegemónico sobre uno y/o varios
individuos; La habilidad de influir sobre uno y/o varios individuos; Indicar la
autoridad suprema reconocida en una sociedad.
En política y sociología,
el poder puede ser percibido ocasionalmente como hegemónico y autoritario,
aunque el ejercicio del poder de una manera o de otra es aceptado en todas las
sociedades humanas. Ha existido cierto debate sobre cómo definir exactamente
poder, por lo que diversos autores han propuesto definiciones diferentes.
La palabra “Amor” viene del Latín Amor, la palabra
latina se relaciona con una raíz Indoeuropea “Amma” (voz infantil para llamar a
la madre), presente también en el verbo latino Amare. De la raíz “ammare” mas
el sufijo “or” proviene la palabra “Amor”.
Otra teoría sostiene que la
palabra “Amor” es una palabra
compuesta del Latín, donde “a” significa “sin” y “mor” es una contracción de la palabra “mortem” que significa “muerte”, entonces, “Amor” quiere decir “sin muerte”, por lo tanto el amor
es “vida” o “eternidad”.
En español, la
palabra amor (del latín, amor, -ōris) abarca
una gran cantidad de sentimientos diferentes, desde el deseo pasional y de
intimidad del amor romántico hasta la proximidad emocional asexual
del amor familiar y el amor platónico, y hasta la profunda devoción o unidad
del amor religioso. En
este último terreno, trasciende del sentimiento y pasa a
considerarse la manifestación de un estado del alma o de
la mente, identificada en algunas religiones con Dios mismo o con la
fuerza que mantiene unido el universo.
A partir de este momento,
podríamos plantearnos algunas cuestiones. ¿El
amor y el poder son fuerzas opuestas?, ¿Pueden
coexistir ambas simultáneamente?.
Pues bien, al respecto
existen diferentes teorías que a priori, parecerían contradictorias, pero, que,
como veremos después de exponerlas
brevemente, quizás podremos llegar a una conclusión que de alguna manera sea la
síntesis entre ambas tesituras.
El psicólogo inglés R.V. Sampson
dejó plasmado en su libro “Igualdad
y Poder” (1963), que toda teoría
política se funda en la psicología. Por ello, plantea que el “poder” es inherente a la naturaleza
humana y que además guarda una íntima relación con el “amor” como su
contraparte. Tanto el amor como el poder son polos opuestos, en dirección a uno
de ellos se debate la voluntad de las personas, ya sea que tiendan hacia los
sentimientos de amor o de poder, esto es, las cosas se quieren por amor o por
poder. En otras palabras, esto significa que las personas buscan dirigir
sus vidas y sus relaciones interpersonales en dirección al amor o en dirección
al poder.
El autor agrega que el “amor y el poder” son dos fuerzas
contrarias y que es imposible que ambas se desarrollen al mismo tiempo en una
persona, ya que cuando se desarrolla la capacidad del poder debilitamos la
capacidad de amar y cuando se desarrolla la capacidad de amar se afecta la
capacidad del poder.
Cuando las fuerzas del amor
triunfan sobre las fuerzas del poder, prevalece la igualdad entre los seres
humanos y ello nos conduce al bienestar humano. Por otra parte, cuando la
fuerza del poder domina a las fuerzas del amor, las relaciones entre las
personas se caracterizan por la dominación y la servidumbre, mismas que nos
llevan al sufrimiento y al conflicto.
Para Sampson el poder es
irracional. Quienes se encuentran en la cúspide del poder difícilmente muestran
entusiasmo por algo diferente a mandar. En su egocentrismo llevan su propia
perdición, es el afán de competir y ser superior a sus oponentes lo que les
motiva a realizarse como personas del poder, a pesar de enfrentar en esta
posición sus propias contradicciones y dificultades entre lo que es su persona
humana y el poder que representan, por lo tanto, las personas con poder
inevitablemente tienden a la tiranía.
Desde el punto de vista de
la teoría de Sampson, no se niega la existencia de líderes en quienes la fuerza
predominante es el amor, pero, sí se evidencia que tales casos son
excepcionales a lo largo de la historia de la humanidad.
Podríamos decir que de
manera muy sintética el cantante Jimi Hendrix en una de sus frases expone la
idea central de la teoría de Sampson cuando dijo: “…Cuando el poder del amor supere
el amor al poder, el mundo conocerá la paz…”.
Refiriéndose al mismo tema,
el autor Adam Kahane plantea en su libro la idea de que el amor y el
poder, en realidad no son polos opuestos, sino, que, por el contrario son dos
fuerzas complementarias y que ambas por separado son perjudiciales.
Básicamente en su libro
expone dos maneras extremas comunes de enfrentar los desafíos sociales. La
guerra agresiva y la paz sumisa. Ninguna de estas dos maneras funciona. Sostiene
que podemos intentar lograr lo que queremos, usando armas o dinero o votos, sin
importar lo que quieren los demás, pero inevitablemente los demás responden y
resisten. O podemos tratar de no presionar a nadie, pero esto deja la situación
tal como está.
Estas maneras extremas son
demasiado comunes, en todas las escalas, desde lo individual, lo social, lo
nacional y lo internacional. Agrega que hay muchas excepciones a estas
generalizaciones acerca de la prevalencia de estas maneras extremas, pero el
hecho de que éstas son excepciones confirma la regla general. De acuerdo a su
visión, lo que se necesita son maneras diferentes y poco comunes de hacer
frente a los cambios sociales: maneras que vayan más allá de estas formas
degenerativas de guerra y paz.
Desde su perspectiva para
crear una nueva realidad social y política debemos trabajar con dos fuerzas
fundamentales y distintas que están en conflicto: el poder y el amor.
Para Kahane, el “poder” es la energía de todo ser viviente para desarrollarse con intensidad
y amplitud crecientes. El poder en este sentido es la fuerza para lograr
nuestro propósito, para llevar a cabo nuestro trabajo, para crecer, mientras
que el “amor” es el impulso hacia la unidad de lo separado. En este sentido, el
amor es la fuerza que reconecta e integra aquello que está fragmentado. Estas
dos formas de considerar el poder y
el amor, más que las ideas comunes
del poder opresivo y del amor romántico, están en el núcleo del libro de Kahane.
En palabras del autor, es
difícil trabajar con el poder y el amor porque cada uno de ellos tiene dos
lados. El poder tiene un lado generativo y un lado degenerativo, así
mismo, el amor también tiene un lado
generativo y un lado degenerativo.
En definitiva el amor es lo
que hace al poder generativo en vez de degenerativo. El poder es lo que hace al
amor generativo en vez de degenerativo. El poder y el amor, por lo tanto, se
complementan. El uno necesita del otro a fin de alcanzar su potencial máximo.
El psicólogo Rollo May advirtió
acerca de los peligros de desconectar el poder (al que se refería como “voluntad”) del amor. “El amor y la voluntad”, escribió, “…Son interdependientes y van de
la mano. Ambos pueden ser procesos conjuntos del ser una manera de influir en
los demás, de moldear, de formar, de crear la conciencia de los demás. Pero
esto sólo es posible, en un sentido anterior, si al mismo tiempo uno se abre a
la influencia de los demás. La voluntad sin amor se convierte en manipulación y
el amor sin voluntad se convierte en sentimentalismo…”.
El poder sin amor es
irresponsable y abusivo. El poder desprovisto del amor puede ser en el mejor de
los casos “insensible”, y en el peor
de los casos “opresivo” e incluso “genocida”. Respecto del amor continúa
diciendo que el amor sin poder es “sentimental”
y “anémico”, el amor desprovisto de
poder es en el mejor de los casos “ineficaz” y en el peor de los casos
reforzará engañosamente el status quo.
El poder sin amor produce
guerras de tierra arrasada que destruyen todo lo que más queremos. El amor sin
poder produce paz sin vida y nos deja estancados en el mismo lugar. Ambos
resultados son terribles. Necesitamos encontrar un camino más efectivo.
Pensadores como Carl Jung
dudan incluso de si es posible que estas dos fuerzas coexistan en la misma
persona: “…Donde reina el amor, no existe la fuerza de voluntad; y donde la
fuerza de voluntad es soberana no hay amor…”.
Adam Kahane afirma; “…He
visto muchos ejemplos de poder irresponsable y abusivo sin amor, y muchos
ejemplos de amor sentimental y anémico sin poder. He visto muchos menos
ejemplos de poder con amor. Muy pocos de nosotros somos capaces de emplear el
poder con amor. Si queremos tener éxito en la co-creación de realidades
sociales nuevas, no podemos elegir entre el poder y el amor. Debemos elegir
ambos…”.
Como hemos visto, algunos
pensadores sostienen que el amor y el poder son fuerzas opuestas mientras que
otros plantean que por el contrario son fuerzas complementarias, aunque,
reconociendo que es muy difícil la combinación de ambas.
En este punto, aun sin
saberlo a ciencia cierta, prefiero pensar que amor significa “vida” y quien ama vive mientras que
aquellos que son incapaces de amar mueren en vida a veces sin darse cuenta de
ello. Prefiero creer que la fuente de todo lo creado es Dios que es amor y por
lo tanto es vida.
Quizás corriendo el riesgo
de estar equivocado, como sostengo que Dios es principio y fin, siendo Dios
amor, entonces el amor fue primero que el poder y por lo tanto si buscamos
crear una nueva sociedad debemos evolucionar pasando de una sociedad basada en
relaciones de poder a una sociedad basada en el poder del amor.
Descubrir si el “amor” y el “poder” son fuerzas opuestas o si por el contrario son fuerzas
complementarias que se necesitan mutuamente, es tarea del lector. Desde mi
perspectiva, creo que más bien se trata de establecer una jerarquía de
principios y valores, de una búsqueda interior que nos debe llevar a ser imagen
y semejanza del creador, y si nuestro creador es amor, debemos inclinarnos
siempre hacia el amor que lo demás llegará por añadidura.
“…Y ahora permanecen la fe,
la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor…”. 1.Corintios
13:13.
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