martes, 29 de noviembre de 2016

CUBA: UNA DEMOCRACIA DIFERENTE

         
         Por estos días mucho se ha hablado sobre la figura del Fidel Castro y el régimen político cubano. En más de una oportunidad se han emitido opiniones banales y sin fundamento evidenciando el total desconocimiento de la realidad política de la isla, de su sistema político y del contexto histórico pasado y actual.



          Las criticas por lo general provienen de personas que viven y se desenvuelven en sociedades occidentales judeo-cristianas, lo que, en sí mismo, no representa ningún inconveniente, lo que sí se debe tener en cuenta es que cuando se emite una opinión o juicio de valor deben conocerse ciertos aspectos y más importante aún despojarse de todo pre-concepto y salir del paradigma en el que se encuentra quien emite una opinión.

          En primera instancia debemos recordar de manera breve y simple que la Democracia se define como “sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes”. El hecho de no comprender y aceptar esta simple definición, nos conduciría a una manera de entender la democracia tal y como la entendían los antiguos griegos para quienes aquellos que no eran griegos y vivían fuera de la polis con otra cultura, otra organización política y social y otras creencias religiosas eran considerados dioses o bestias.


          Por otra parte por lo general quienes opinan rara vez tienen en cuenta la distinción entre formas de Gobierno y formas de Estado, entendiéndose como forma de Gobierno “a la estructura que pueden adoptar, en un país, los órganos encargados de ejercer las funciones soberanas y el mutuo enlace con que deben estar tratados y relacionados entre sí”, y la forma de Estado como “distintas formas que una nación puede adoptar, no por la diversa estructura y engranaje de sus órganos soberanos, sino por lo que Ruiz del Castillo llama división o desplazamiento de competencias”. Al respecto, Platón considera las más perfectas como la aristocracia o gobierno de los filósofos, hasta aquellas en decadencia política en formas tales como la timocracia, la oligarquía que surge cuando los propietarios asumen el poder político; y la democracia o gobierno de las masas (sistema criticado por Platón ), hasta la tiranía.

          En la actualidad se consideran formas de Estado típicas las siguientes: A) La forma democrático−burguesa de Estado. Designa un determinado sistema de relaciones políticas basado en la libertad jurídica y los derechos civiles formales, el sufragio universal y la separación de poderes ejercido conforme a límites legalmente establecidos. En el terreno político la libertad cívica se manifiesta en la posibilidad de organizarse, desde el nivel sindical, hasta los partidos políticos y expresar libremente sus ideas y, B) Formas dictatoriales o autoritarias de Estado, a éstas formas de dominio político que privilegian el uso de la violencia, que suprime las libertades políticas y en las cuales se ejerce el dominio sin límites legales, se le denomina formas dictatoriales de Estado. Quizás el término no sea exacto, porque toda democracia burguesa es dictadura de clase, aunque haya libertad individual.

          Teniendo presente lo antes mencionado, podemos afirmar que así como las Democracias “Occidentales” son en realidad dictaduras de la clase burguesa, existe otro tipo de Democracia, las Democracias “Orientales” que son en realidad dictaduras de la clase proletaria. Por lo tanto, ya sea una Democracia “Occidental” o una Democracia “oriental”, ambas sin lugar a dudas son Democracias.

          Así como en la mayoría de las Constituciones de los Estados occidentales de raigambre cultural judeo-cristiana se hace mención a la adopción del sistema democrático, también se adopta en los Estados socialistas el mismo sistema: el sistema Democrático. Para ejemplificar dicho punto a continuación veremos cómo tanto en la Constitución de Cuba como en la Constitución de la República Popular de China se hace mención a la adopción del Sistema Democrático.  

          En el Capítulo I Art. 1° de la Constitución de Cuba se expresa: “…Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como República unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana…”

          Del mismo modo en el Capítulo I Art. 1° de la Constitución de la República Popular de China manifiesta: “…La República Popular China es un Estado socialista de dictadura democrática popular, dirigido por la clase obrera y basada en la alianza obrero-campesina.
El sistema socialista es el sistema básico de la República Popular China. Está prohibido todo sabotaje por parte de cualquier organización o individuo contra el sistema socialista…”

          Sin entrar a considerar los indicadores socio-económicos, debemos tener presente y muy en claro que sin lugar a dudas efectivamente tanto en Cuba como en China se consagra el sistema democrático. El punto es que lógicamente por cultura, tradición e ideología la democracia de ambos Estados no puede ni debe ser medida o analizada bajo los parámetros de las democracias Occidentales.

          Las erróneas apreciaciones y los calificativos despectivos e incluso denigrantes que muy frecuentemente se hacen sobre el sistema político cubano o chino, simplemente demuestran la ignorancia total o parcial sobre el tema del cual se opina.

          Quizás lo más preocupante de todo sea la soberbia, arrogancia y desprecio con la que el mundo occidental mira al resto de los pueblos, culturas y civilizaciones, pensando de manera autoritaria y paradójicamente anti-democrática que son inferiores e incivilizados.  Al parecer hoy como hace aproximadamente 2500 años los Demócratas Occidentales consideran al resto como dioses o bestias.


“…Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados…”.Mark Twain.

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