Por estos días mucho se ha
hablado sobre la figura del Fidel Castro y el régimen político cubano. En más
de una oportunidad se han emitido opiniones banales y sin fundamento
evidenciando el total desconocimiento de la realidad política de la isla, de su
sistema político y del contexto histórico pasado y actual.
Las criticas por lo general provienen
de personas que viven y se desenvuelven en sociedades occidentales
judeo-cristianas, lo que, en sí mismo, no representa ningún inconveniente, lo
que sí se debe tener en cuenta es que cuando se emite una opinión o juicio de
valor deben conocerse ciertos aspectos y más importante aún despojarse de todo
pre-concepto y salir del paradigma en el que se encuentra quien emite una
opinión.
En primera instancia debemos recordar
de manera breve y simple que la Democracia se define como “sistema político que
defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a
sus gobernantes”. El hecho de no comprender y aceptar esta simple definición,
nos conduciría a una manera de entender la democracia tal y como la entendían
los antiguos griegos para quienes aquellos que no eran griegos y vivían fuera
de la polis con otra cultura, otra organización política y social y otras
creencias religiosas eran considerados dioses o bestias.
Por otra parte por lo general quienes
opinan rara vez tienen en cuenta la distinción entre formas de Gobierno y
formas de Estado, entendiéndose como forma de Gobierno “a la estructura que pueden
adoptar, en un país, los órganos encargados de ejercer las funciones soberanas
y el mutuo enlace con que deben estar tratados y relacionados entre sí”,
y la forma de Estado como “distintas formas que una nación puede
adoptar, no por la diversa estructura y engranaje de sus órganos soberanos,
sino por lo que Ruiz del Castillo llama división o desplazamiento de
competencias”. Al respecto, Platón considera las más perfectas como la aristocracia
o gobierno de los filósofos, hasta aquellas en decadencia política en formas
tales como la timocracia, la oligarquía que surge cuando los
propietarios asumen el poder político; y la democracia o gobierno de las
masas (sistema criticado por Platón ),
hasta la tiranía.
En la actualidad se consideran formas
de Estado típicas las siguientes: A)
La forma democrático−burguesa
de Estado. Designa un determinado sistema de relaciones políticas basado en la
libertad jurídica y los derechos civiles formales, el sufragio universal y la
separación de poderes ejercido conforme a límites legalmente establecidos. En
el terreno político la libertad cívica se manifiesta en la posibilidad de
organizarse, desde el nivel sindical, hasta los partidos políticos y expresar
libremente sus ideas y, B) Formas
dictatoriales o autoritarias de Estado, a éstas formas de dominio
político que privilegian el uso de la violencia, que suprime las libertades
políticas y en las cuales se ejerce el dominio sin límites legales, se le
denomina formas dictatoriales de Estado. Quizás el término no sea exacto, porque toda
democracia burguesa es dictadura de clase, aunque haya libertad individual.
Teniendo presente lo antes mencionado,
podemos afirmar que así como las Democracias “Occidentales” son en
realidad dictaduras de la clase burguesa, existe otro tipo de
Democracia, las Democracias “Orientales” que son en realidad dictaduras
de la clase proletaria. Por lo tanto, ya sea una Democracia “Occidental” o una Democracia “oriental”, ambas sin lugar a dudas son
Democracias.
Así como en la mayoría de las
Constituciones de los Estados occidentales de raigambre cultural
judeo-cristiana se hace mención a la adopción del sistema democrático, también
se adopta en los Estados socialistas el mismo sistema: el sistema Democrático. Para
ejemplificar dicho punto a continuación veremos cómo tanto en la Constitución
de Cuba como en la Constitución de la República Popular de China se hace mención
a la adopción del Sistema Democrático.
En el Capítulo I Art. 1° de la
Constitución de Cuba se expresa: “…Cuba es un Estado socialista de
trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de
todos, como República unitaria y democrática, para el disfrute de la
libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la
solidaridad humana…”
Del mismo modo en el Capítulo I Art. 1° de la Constitución
de la República Popular de China manifiesta: “…La República Popular China es
un Estado socialista de dictadura democrática popular, dirigido por la
clase obrera y basada en la alianza obrero-campesina.
El sistema socialista es el
sistema básico de la República Popular China. Está prohibido todo sabotaje por
parte de cualquier organización o individuo contra el sistema socialista…”
Sin entrar a considerar los
indicadores socio-económicos, debemos tener presente y muy en claro que sin lugar
a dudas efectivamente tanto en Cuba como en China se consagra el sistema
democrático. El punto es que lógicamente por cultura, tradición e ideología la
democracia de ambos Estados no puede ni debe ser medida o analizada bajo los parámetros
de las democracias Occidentales.
Las erróneas apreciaciones y los
calificativos despectivos e incluso denigrantes que muy frecuentemente se hacen
sobre el sistema político cubano o chino, simplemente demuestran la ignorancia total
o parcial sobre el tema del cual se opina.
Quizás lo más preocupante de todo sea
la soberbia, arrogancia y desprecio con la que el mundo occidental mira al
resto de los pueblos, culturas y civilizaciones, pensando de manera autoritaria
y paradójicamente anti-democrática que son inferiores e incivilizados. Al parecer hoy como hace aproximadamente 2500
años los Demócratas Occidentales consideran al resto como dioses o bestias.
“…Es más fácil engañar a la
gente, que convencerlos que han sido engañados…”.Mark Twain.
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