miércoles, 28 de diciembre de 2016

DE LOS LIDERES QUE UTILIZAN LA ALQUIMIA

         
La Alquimia, es un término que proviene del árabe (al-khimiya), es un antiguo conocimiento, práctica y disciplina filosófica que combina elementos de la química, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte. De acuerdo a  las fuentes históricas la alquimia fue practicada en la antigua Mesopotamia, el antiguo Egipto, Persia, la India, China, la Antigua Grecia Y Roma. Con el transcurso de los siglos su práctica se extendió al mundo Islámico y posteriormente llegó a Europa.


          Se  asocia el surgimiento de este sistema filosófico y espiritual a un personaje mítico llamado Hermes Trismegisto. La alquimia es una creencia esotérica que está vinculada a la transmutación de la materia. Las prácticas y experiencias de la alquimia fueron clave en el desarrollo original de la química, mientras los alquimistas buscaban la “piedra filosofal” para transformar cualquier metal en oro. El misterio y la magia que rodean a la alquimia y a la búsqueda de la “piedra filosofal”  han dado lugar a un sinfín de especulaciones y teorías.


          Los alquimistas creían que la piedra filosofal roja era capaz de transmutar metales innobles en oro, mientras que la piedra filosofal blanca podía transformar los metales innobles en plata. Pese a sus diversas formas y corrientes, la alquimia está muy asociada en la actualidad a la búsqueda de un proceso que permita transformar cualquier elemento en oro y a la capacidad para conseguir la vida eterna, la piedra filosofal también aparece vinculada una sustancia que permitiría curar todas las enfermedades y posibilitar la vida eterna. Entre algunos de los alquimistas más famosos de la historia podemos mencionar a Hermes Trismegisto, Paracelso, San Cipriano o incluso el Mago Merlín ente otros.

          La Alquimia, sin lugar a dudas, ha despertado a lo largo de la historia una infinita curiosidad que ha generado mitos, leyendas y especulaciones por ser un conocimiento capaz no solo de dar vida eterna y curar enfermedades sino también por su capacidad de trasformar la realidad en otra realidad distinta.

          A partir de este punto, lo que pocas personas han tenido en cuenta es que, también, muchos líderes políticos han dominado consciente o inconscientemente los conocimientos alquímicos a través de los tiempos y, ese mismo “saber” les ha permitido  transformar la realidad, a través de la solución de los conflictos sociales.

          Básicamente podemos definir el “Conflicto Social”  como una forma de conflicto generalizado entre grupos sociales relevantes que constituyen una sociedad. Al respecto, el sociólogo Norteamericano Lewis A. Coser, sostiene que es una lucha por los valores y por el status, el poder y los recursos escasos, en el curso de la cual los oponentes desean neutralizar, dañar o eliminar a sus rivales. Un conflicto entre grupos pasa a ser un conflicto social cuando transciende lo individual o grupal y afecta a la propia estructura de la sociedad o a su funcionamiento.


          Desde la perspectiva de la sociología, las sociedades necesitan necesita tanto  de las leyes y la estabilidad, pero, también el desacuerdo, para finalmente lograr un síntesis integradora y superadora de la realidad social que debe puede lograrse mediante la coacción o el consenso.

          En sociedades donde las estructuras políticas, sociales y económicas no ofrecen a la inmensa mayoría de la población unas condiciones de existencia que garanticen una mínima Dignidad, Justicia, Libertad, Solidaridad, Respeto y Participación, están expuestas al conflicto social, más aún, expuestas a la abierta rebelión. En la actualidad enfrentamos por un lado, el problema de la decadencia y en un futuro no muy lejano la desintegración social y, por otro lado, el problema de democratizar la democracia.

          Sin lugar a dudas, la Democracia, el Bien Común, la Honestidad, la Responsabilidad, la Solidaridad y otros tantos valores conforman los pilares fundamentales de nuestra sociedad, o al menos así debería serlo. Esto debería ser fuente de consenso y cohesión en nuestra sociedad, pero para que ello suceda la sociedad, los individuos de la sociedad, deben aprender esos valores, por tanto resulta necesario conformar un sistema educativo que produzca la socialización tendiente a un cambio de mentalidad, de actitud, de comportamiento de todos quienes formamos parte de la sociedad.

          Cuando existen grupos que no se orientan a la integración social, a la estabilidad y permanencia del sistema social, que no cumplen un objetivo que esté acorde con los fines últimos de un determinado modelo de sociedad, nos enfrentamos a problemas como la delincuencia, la corrupción, la violencia, etc. Para describir tal situación, la Escuela Sociológica Funcionalista, ha elaborado el concepto de “disfunción”, entendida como la acción social tendiente a disminuir, menoscabar, minar o erosionar la integración y la estabilidad de la sociedad o de cualquiera de sus partes y que, por lo tanto, tiende a recortar las posibilidades de su reproducción. Un ejemplo de esto puede ser el siguiente: “Un partido político cuyos miembros tengan como objetivos alcanzar el poder a cualquier precio, beneficiarse a sí mismos recurriendo a prácticas detestables como la corrupción, puede ser funcional para ese individuo o para los miembros de ese partido político pero será absolutamente disfuncional para el resto de la sociedad”.

       
  Es preciso recordar una vez más que la democracia no se agota en el mero acto comicial, sino que es una práctica permanente de participación. Y es aquí donde notamos una de las grandes falencias del sistema, pues no se enseña cómo y en muchos casos se retacea la participación, la cuál es permanentemente proclamada pero en la realidad son los grupos de intereses los que terminan por digitar los cargos disponiendo de vidas y haciendas. La falta de estímulo para que el ciudadano participe en la cosa pública, crea la apatía, la indiferencia del hombre común, que siendo poseedor de la soberanía política termina siendo un invitado ciego, sordo y mudo.

          Los grupos políticos, los partidos políticos y sus dirigentes, tienen la indelegable responsabilidad de contribuir a la estabilidad y salud de la democracia previendo y resolviendo los conflictos sociales, pero, no a través de la coacción sino del consenso de voluntades.

          Muchos líderes políticos en situaciones de conflictividad social, aumentan la tensión y la confrontación ya que Los conflictos con grupos extraños aumentan la cohesión interna El conflicto con otros grupos conduce la movilización de energías, entre los miembros del grupo propio, y por tanto al robustecimiento de la cohesión del mismo. El conflicto con otros grupos define la estructura de grupo y la reacción consecuente al conflicto interno Los grupos consagrados a una lucha continua con el exterior tienden a ser intolerantes en el interior, su cohesión social depende de la participación integra de sus afiliados, en todos los aspectos de la vida del grupo y se ve reforzada por la afirmación de la unidad de éste en su lucha contra el disidente, la forma única de resolver los problemas que crea la disensión es la exclusión voluntaria o forzada del disidente.

          Los grupos militantes rígidamente estructurados pueden buscar enemigos reales con el propósito deliberado o el resultado inconsciente de mantener la unidad y la cohesión interna del grupo. Tales grupos realmente pueden percibir una amenaza externa aunque esta no sea ostensible. En ciertas condiciones que todavía necesitan ser explotadas, las amenazas imaginarias cumplen la misma función integradora del grupo que las reales. La invención de tal enemigo fortalece la cohesión social que se ve amenazada dentro del grupo.

          En base a todo lo antes mencionado resulta muy común la creación de asociaciones y coaliciones, ya que la lucha puede tener como resultado la unión de personas o grupos que, de otra manera, permanecerían desligados.  Esto nos referimos comúnmente cuando se dice que no los une el amor, sino, el espanto. El resultado lógico de tal manera de resolver los conflictos sociales es la polarización de la sociedad y el agravamiento de la crisis y as diferencias.

          Así, algunos líderes confían que tal odio reforzara la participación emocional en el conflicto, y por lo tanto, fortalecerá la disposición de llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Pero existen otros, cuya principal función y preocupación es la mediar, despojando a las situaciones antagónicas de todos los elementos ficticios de agresividad, de manera que los contendientes puedan discutir, con apego a la realidad las demandas divergentes que se manifiestan en la disputa.

       
  Es justamente en momentos de división y enfrentamientos cuando hacen su aparición los líderes políticos con conocimientos alquímicos gracias a los cuales no sólo transforman la división en unión sino que también transforman la desesperanza en esperanza, la pobreza en riqueza y el egoísmo particular en Bien Común. Al igual que los míticos y legendarios alquimistas que pueden transmutar el plomo en oro y prolongar la vida, ciertos políticos pueden transformar ciudades, provincias o países convirtiendo el desempleo en fuentes de trabajo, la miseria en abundancia, la criminalidad en seguridad, la enfermedad en salud pública, la ignorancia en educación de calidad, para finalmente transformar a cada individuo en un verdadero ciudadano.

          La corrupción, la injusticia, la desmedida ambición de poder, la intolerancia, la indiferencia, la falta de solidaridad, la incapacidad y hasta la ignorancia que vemos en la mayor parte de nuestros políticos, es el espejo ante el cual se mira nuestra sociedad. No nos agrada lo que vemos; detestamos el reflejo de nuestro espejo, entonces, porqué no empezamos a tratar de erradicar aquellos hábitos y conductas que tanto nos molesta y desagrada. Si bien participar en política es un acto volitivo, cerrar las puertas, no indicar el sendero, no invitar a entrar, no escuchar, ignorar el veredicto popular, es una forma de soberbia y autoritarismo de la dirigencia, que por lo general termina en la dictadura de los políticos.



“…El sabio a medias, reconociendo la irrealidad relativa del Universo, se imagina que puede desafiar sus leyes, ése no es más que un tonto vano y presuntuoso, que se estrellará contra las rocas y será aplastado por los elementos, en razón de su locura. El verdadero sabio conociendo la naturaleza del universo, emplea la Ley contra las leyes: las superiores contra las inferiores, y por medio de la alquimia transmuta lo que no es deseable, en lo valioso y de esta manera triunfa…”. El Kybalión.

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