La Alquimia, es un término
que proviene del árabe (al-khimiya), es un antiguo conocimiento, práctica y
disciplina filosófica que combina elementos de la química, la física, la
medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el
arte. De acuerdo a las fuentes históricas
la alquimia fue practicada en la antigua Mesopotamia, el antiguo Egipto, Persia,
la India, China, la Antigua Grecia Y Roma. Con el transcurso de los siglos su práctica
se extendió al mundo Islámico y posteriormente llegó a Europa.
Se asocia el surgimiento de este sistema
filosófico y espiritual a un personaje mítico llamado Hermes Trismegisto. La alquimia es una creencia esotérica que está vinculada a la transmutación de la materia. Las
prácticas y experiencias de la alquimia fueron clave en el desarrollo original
de la química, mientras los alquimistas buscaban la “piedra
filosofal” para transformar cualquier metal en oro. El misterio y la magia que
rodean a la alquimia y a la búsqueda de la “piedra
filosofal” han dado lugar a un
sinfín de especulaciones y teorías.
Los alquimistas creían que
la piedra filosofal roja era
capaz de transmutar metales innobles en oro, mientras que la piedra filosofal blanca podía
transformar los metales innobles en plata. Pese a sus diversas formas y
corrientes, la alquimia está muy asociada en la actualidad a la búsqueda de un
proceso que permita transformar cualquier elemento en oro y a la capacidad para
conseguir la vida eterna, la piedra filosofal también aparece vinculada una
sustancia que permitiría curar todas las enfermedades y posibilitar la vida
eterna. Entre algunos de los alquimistas más famosos de la historia podemos
mencionar a Hermes Trismegisto, Paracelso, San Cipriano o incluso el Mago Merlín
ente otros.
La Alquimia, sin lugar a dudas, ha despertado a lo largo de la historia una
infinita curiosidad que ha generado mitos, leyendas y especulaciones por ser un
conocimiento capaz no solo de dar vida eterna y curar enfermedades sino también
por su capacidad de trasformar la realidad en otra realidad distinta.
A partir de este punto, lo que pocas personas han tenido en cuenta es
que, también, muchos líderes políticos han dominado consciente o inconscientemente
los conocimientos alquímicos a través de los tiempos y, ese mismo “saber” les ha permitido transformar la realidad, a través de la
solución de los conflictos sociales.
Básicamente podemos definir el “Conflicto
Social” como una forma de conflicto generalizado entre grupos sociales relevantes
que constituyen una sociedad. Al respecto, el sociólogo Norteamericano Lewis A.
Coser, sostiene que es una lucha por los valores y por el status, el poder y los recursos escasos, en el curso de la cual los oponentes desean
neutralizar, dañar o eliminar a sus rivales. Un conflicto entre grupos pasa a
ser un conflicto social cuando transciende lo individual o grupal y afecta a la
propia estructura de la sociedad o a su funcionamiento.
Desde la perspectiva de la sociología, las sociedades necesitan necesita
tanto de las leyes y la estabilidad,
pero, también el desacuerdo, para finalmente lograr un síntesis integradora y
superadora de la realidad social que debe puede lograrse mediante la coacción o
el consenso.
En sociedades donde las estructuras políticas, sociales y económicas no
ofrecen a la inmensa mayoría de la población unas condiciones de existencia que
garanticen una mínima Dignidad, Justicia, Libertad, Solidaridad, Respeto y Participación,
están expuestas al conflicto social, más aún, expuestas a la abierta rebelión.
En la actualidad enfrentamos por un lado, el problema de la decadencia y en un
futuro no muy lejano la desintegración social y, por otro lado, el problema de
democratizar la democracia.
Sin lugar a dudas, la Democracia, el Bien Común, la Honestidad,
la Responsabilidad, la Solidaridad y otros tantos valores
conforman los pilares fundamentales de nuestra sociedad, o al menos así debería
serlo. Esto debería ser fuente de consenso y cohesión en nuestra
sociedad, pero para que ello suceda la sociedad, los individuos de la sociedad,
deben aprender esos valores, por tanto resulta necesario conformar un sistema
educativo que produzca la socialización tendiente a un cambio de mentalidad, de
actitud, de comportamiento de todos quienes formamos parte de la sociedad.
Cuando existen grupos que no se orientan a la integración social, a la
estabilidad y permanencia del sistema social, que no cumplen un objetivo que
esté acorde con los fines últimos de un determinado modelo de sociedad, nos
enfrentamos a problemas como la delincuencia, la corrupción, la violencia, etc.
Para describir tal situación, la Escuela Sociológica Funcionalista, ha
elaborado el concepto de “disfunción”, entendida como la acción social
tendiente a disminuir, menoscabar, minar o erosionar la integración y la
estabilidad de la sociedad o de cualquiera de sus partes y que, por lo tanto,
tiende a recortar las posibilidades de su reproducción. Un ejemplo de esto
puede ser el siguiente: “Un partido
político cuyos miembros tengan como objetivos alcanzar el poder a cualquier
precio, beneficiarse a sí mismos recurriendo a prácticas detestables como la
corrupción, puede ser funcional para ese individuo o para los miembros de ese
partido político pero será absolutamente disfuncional para el resto de la
sociedad”.
Los grupos políticos, los partidos políticos y sus
dirigentes, tienen la indelegable responsabilidad de contribuir a la
estabilidad y salud de la democracia previendo y resolviendo los conflictos
sociales, pero, no a través de la coacción sino del consenso de voluntades.
Muchos líderes políticos en situaciones de
conflictividad social, aumentan la tensión y la confrontación ya que Los
conflictos con grupos extraños aumentan la cohesión interna El conflicto con
otros grupos conduce la movilización de energías, entre los miembros del grupo
propio, y por tanto al robustecimiento de la cohesión del mismo. El conflicto
con otros grupos define la estructura de grupo y la reacción consecuente al
conflicto interno Los grupos consagrados a una lucha continua con el exterior
tienden a ser intolerantes en el interior, su cohesión social depende de la
participación integra de sus afiliados, en todos los aspectos de la vida del
grupo y se ve reforzada por la afirmación de la unidad de éste en su lucha
contra el disidente, la forma única de resolver los problemas que crea la
disensión es la exclusión voluntaria o forzada del disidente.
Los grupos militantes rígidamente estructurados
pueden buscar enemigos reales con el propósito deliberado o el resultado
inconsciente de mantener la unidad y la cohesión interna del grupo. Tales
grupos realmente pueden percibir una amenaza externa aunque esta no sea
ostensible. En ciertas condiciones que todavía necesitan ser explotadas, las
amenazas imaginarias cumplen la misma función integradora del grupo que las
reales. La invención de tal enemigo fortalece la cohesión social que se ve
amenazada dentro del grupo.
En base a todo lo antes mencionado resulta muy común
la
creación de asociaciones y coaliciones, ya que la lucha puede tener como
resultado la unión de personas o grupos que, de otra manera, permanecerían
desligados. Esto nos referimos comúnmente
cuando se dice que no los une el amor, sino, el espanto. El resultado lógico de
tal manera de resolver los conflictos sociales es la polarización de la
sociedad y el agravamiento de la crisis y as diferencias.
Así, algunos líderes confían que tal odio
reforzara la participación emocional en el conflicto, y por lo tanto,
fortalecerá la disposición de llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Pero existen
otros, cuya principal función y preocupación es la mediar, despojando a las
situaciones antagónicas de todos los elementos ficticios de agresividad, de
manera que los contendientes puedan discutir, con apego a la realidad las
demandas divergentes que se manifiestan en la disputa.
La
corrupción, la injusticia, la desmedida ambición de poder, la intolerancia, la
indiferencia, la falta de solidaridad, la incapacidad y hasta la ignorancia que
vemos en la mayor parte de nuestros políticos, es el espejo ante el cual se
mira nuestra sociedad. No nos
agrada lo que vemos; detestamos el reflejo de nuestro espejo, entonces, porqué
no empezamos a tratar de erradicar aquellos hábitos y conductas que tanto nos
molesta y desagrada. Si bien
participar en política es un acto volitivo, cerrar las puertas, no indicar el
sendero, no invitar a entrar, no escuchar, ignorar el veredicto popular, es una
forma de soberbia y autoritarismo de la dirigencia, que por lo general
termina en la dictadura de los políticos.
“…El sabio a medias, reconociendo la
irrealidad relativa del Universo, se imagina que puede desafiar sus leyes, ése
no es más que un tonto vano y presuntuoso, que se estrellará contra las rocas y
será aplastado por los elementos, en razón de su locura. El verdadero sabio
conociendo la naturaleza del universo, emplea la Ley contra las leyes: las
superiores contra las inferiores, y por medio de la alquimia transmuta lo que
no es deseable, en lo valioso y de esta manera triunfa…”. El Kybalión.
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