A lo largo de la historia
escritores y pensadores se han ocupado del tema, siempre desde el punto de
vista de la filosofía, la ética, el derecho o la sociología. Sin embargo, desde
ya hace varias décadas, la psicología y particularmente la psicología social
han abordado la problemática desde otra perspectiva, realizando un gran aporte.
En los últimos años, han surgido nuevas teorías provenientes del campo psiquiatría
y, es precisamente de ésta última corriente de pensamiento desde donde
intentaremos arrojar luz respecto de la conducta errática de la mayoría de los políticos.
Los psicópatas siempre han
causado fascinación y curiosidad, quizá, por la sencilla razón de lo fácil que
se mezclan en nuestra sociedad, lo difícil que resulta identificarlos a priori,
pero, también, porque sus rasgos y comportamientos son dañinos para el resto de
la sociedad.
Por supuesto que existe el
estereotipo del clásico psicópata que generalmente vemos en las películas o en
las noticias. Un psicópata mundialmente conocido fue el asesino serial que
durante los años ´70 y ´80 aterrorizó a los Estados Unidos, estamos haciendo
referencia al psicópata y asesino serial Ted Bundy. Sin embargo, lo muy pocas
personas saben es que no todos los psicópatas son asesinos seriales, la gran mayoría
de los psicópatas son personas que viven y se desenvuelven en la sociedad sin
dañar al resto de las personas, al menos, no en forma física, a este tipo de psicópatas
se les denomina psicópatas integrados. Los rasgos más importantes que
identifican a un psicópata son: Incapacidad
para sentir empatía, alto nivel de egocentrismo, incapacidad para crear “planes de vida”, presencia
de conductas antisociales sin
un motivo que la justifique, incapacidad para
sentir remordimientos, mentir casi de forma constante y
por supuesto, incapacidad para
amar.
Un dato curioso fue el
estudio que se hizo de la personalidad del criminal Ted Bundy estando en prisión,
la investigación reveló, entre otras cosas, la capacidad que tenía éste asesino
serial para identificar y saber quién era una “buena” victima con tan sólo observar
la forma de andar de la misma. A partir de ahí, se disparó una gran
interrogante: ¿los miles de psicópatas integrados
en la sociedad, tendrían también la habilidad de reconocer una “buena” victima?.
Años más tarde, la
Investigadora Ángela Book, decidió llevar a cabo dos experimentos. El primero
de ellos consistía en realizar un test de psicopatía a un grupo de estudiantes y
luego dividirlos en dos grupos; el grupo A)
aquellos cuyo nivel de psicopatía era más bajo y, B) aquellos con mayor nivel de psicopatía, a continuación les
hicieron observar una serie de personas a quienes debían identificar como “vulnerables” (estas personas
previamente debían responder dos preguntas: 1) ¿Ha sido víctima de algún acto en el
pasado? Y 2) Si es
así, ¿Cuántas veces ha ocurrido?. Finalmente
los resultados arrojaron un dato sorprendente; Los estudiantes que habían acertado más evaluando la vulnerabilidad de
los sujetos, eran también los que habían puntuado más alto en la escala de
psicopatía. Tiempo después, la investigadora decidió replicar el experimento, pero esta
vez, con psicópatas diagnosticados clínicamente que residían en una prisión de máxima seguridad. Los resultados demostraron
que fueron capaces de especificar que
la “vulnerabilidad” la percibían justamente por la forma de andar, y no por
otros factores.
En
otro experimento similar, el investigador Kevin Dutton, quedó impresionado con
los resultados: Más del 70% de los que puntuaban muy alto en la
Escala de Informe de psicopatía detectaron correctamente a la persona
que escondía el pañuelo. Frente al 30% de los que puntuaron bajo.
Al
respecto el periodista británico J. Ronson sostiene que cuanto más se asciende
en la escala social, mayor será el número de sociópatas que se encuentran. Y
esto es así, según la doctora Martha Stout, de la facultad de medicina de
Harvard porque los psicópatas son mucho más eficaces a la hora de ascender en
la escala social. Un campo donde los psicópatas se desenvuelven con mayor
facilidad es sin duda el mundo de la política. Los políticos son generalmente
psicópatas, por una sencilla razón: el psicópata ama el poder. La gran
victima de estar dirigidos por psicópatas, es la sociedad.
El
profesor e investigador Robert Hare a quien haremos referencia más adelante,
inventor de un test para detectar psicópatas dijo en una ocasión: “…Los psicópatas de a pie destruyen familias.
Los psicópatas corporativos, políticos y religiosos destruyen economías y
sociedades enteras…”.
Hace
ya algún tiempo, un político e investigador británico llamado David Owen,
realizó un estudio respecto a la conducta de los políticos y formuló una
interesante teoría que afirma que todos los políticos en determinadas
circunstancias pueden sufrir lo que denominó el “Síndrome de Hybris”.
Hybris
es un término cuyo significado más básico
se desarrollo en la antigua Grecia como descripción de un acto. Un acto de “Hybris”
era aquel en el cual un personaje poderoso, con desmesurado orgullo y confianza
en sí mismo, trataba los demás con insolencia y desprecio. Era una diversión
usar su poder para tratar así a los otros, pero esta deshonrosa conducta era
severamente censurada en la antigua Grecia.
En
tal sentido, Platón afirmaba: “…Si
se trata de un deseo que nos arrastra irracionalmente a los placeres y nos
gobierna, se llama a este gobierno intemperancia (Hybris)…”. Aristóteles agrega: “…Que el placer que alguien busca en un acto de hybris se encuentra en
mostrar superioridad: por esta razón los ricos y los jóvenes son proclives a
insultar (Hybristai, es decir, insolentes), pues piensan que cometiéndolos, se
muestran superiores…”.
1)
Preocupación desproporcionada por la
imagen y la presentación.
2)
Una forma mesiánica de hablar de lo que están
haciendo y una tendencia a la exaltación.
3)
Una identificación de sí mismos con el
Estado hasta el punto de considerar idénticos los intereses y perspectivas de
ambos.
4)
Tendencia a hablar de sí mismos en
tercera persona o utilizando el mayestático “nosotros”.
5)
Excesiva confianza en su propio juicio y desprecio del consejo y la crítica ajenos.
6)
Creencia de ser responsables no ante un
tribunal terrenal o la opinión pública, sino ante un tribunal mucho más alto:
la historia o Dios
El
síndrome de Hybris tiene la singularidad de que no debe ser considerado como un
síndrome de personalidad sino como algo que se manifiesta en cualquier político
pero solamente cuando está en el poder. Entre los factores externos que de
alguna manera fomentan el síndrome podemos mencionar éxito en la consecución y conservación
del poder, contexto político con limitaciones mínimas al ejercicio de la
autoridad personal por parte del político, y finalmente el tiempo en el que el político
permanece en el poder.
Finalmente
en opinión del Dr. en Psicología e Investigador Robert Hare, “…Los psicópatas no son sólo los fríos
asesinos de las películas. Están en todas partes, viven entre nosotros y tienen
formas mucho más sutiles de hacer daño que las meramente físicas. Los peores,
dice, llevan ropa de marca y ocupan suntuosos despachos, en la política y las
finanzas. La sociedad no les ve, o no quiere verles, y consiente…”
“…La
política y el póker son dos ocupaciones cuyas reglas obligan a mentir y
engañar. Si los políticos fueran sinceros no serían elegidos. Muchos son mentirosos
a secas. No tienen forzosamente que ser psicópatas. Pero la política es un
medio fantástico para que se desarrollen, el mejor ambiente, el ideal. Igual
que los negocios, que cambian con mucha rapidez. Ahí los psicópatas se
desenvuelven como pez en el agua…”
“…Es
prácticamente imposible para la sociedad defenderse de eso. Porque son ellos
los que, además, hacen las reglas, dictan los principios y gastan millones para
explicar al mundo que lo que hacen es fantástico…”
En
un artículo anterior a éste, se fundamentó y explicó el por qué la política es
una profesión. En base a ello, y sobre la afirmación de que la política es una profesión
y el político un profesional de la política, creo absolutamente viable y
exigible que, así como toda profesión requiere de ciertos requisitos básicos para
ser practicada, la actividad política debe necesariamente ser regida por
ciertos parámetros, es decir, un profesional gasista debe aprobar un curso y
obtener la matricula para ejercer su profesión, lo mismo sucede con los médicos,
abogados o arquitectos, solo por nombrar algunas profesiones. Desde ésta nueva
perspectiva, el político antes de acceder a un cargo y cada cierto tiempo en
ejercicio de sus funciones debería estar obligado a someterse a una evaluación psicológica
debido a la magnitud de sus responsabilidades. Como sociedad debemos
cuestionarnos por qué por ej. un policía debe pasar una prueba psicológica para
saber si no es un peligro para la sociedad misma y a los políticos que tienen
una responsabilidad mayor y de cuyas decisiones dependen no sólo el bienestar
de cada ciudadano sino la vida misma (recordemos por ej. que la corrupción mata),
no se le exige absolutamente nada.
En
nuestro país y en cualquier país del mundo, la sociedad no avanza ni evoluciona
sin antes debatir y generar un consenso sobre ciertas políticas o puntos de
coincidencias básicos pensados para los próximos cincuenta o cien años. Cuando eso
no ocurre el resultado lógico es que termina sucediendo lo que sucede en
Argentina y en muchos países del mundo y es que se termina en un laberinto del
cual es virtualmente imposible salir.
Ahora
bien, prácticamente todos sabemos que el primer paso para que todo sea distinto
y mejor, para que el país se desarrolle y pueda concretarse la idea del bien común, lo que se debe concretar es una “Concertación
Nacional”, pero, si todos lo sabemos ¿cómo es que ello no sucede?. Pues bien, la respuesta es mucho más simple
de lo que imaginamos; no es posible que pueda haber una “Concertación Nacional”
sencillamente porque la mayoría de nuestros políticos son “psicópatas” y como
ya se mencionó uno de los rasgos característicos de un psicópata es el “egoísmo”
además de conductas antisociales, incapacidad para sentir remordimientos, mentir casi de forma constante y
por supuesto, incapacidad para
amar, es decir, si pretendemos que este tipo de personas piensen en el
Bien Común o la grandeza de la patria, llegará el tiempo en que el sol se
congele y pierda su luz y nuestro país continuará en caída libre hacia el
abismo.
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