sábado, 19 de enero de 2019

IZQUIERDA Y DERECHA: ROMPIENDO PARADIGMAS

En la era de la informática, la robótica y los viajes espaciales, pasando por la manipulación genética y la inteligencia artificial, aun persisten viejos paradigmas políticos y sociales cuyo único sentido en la actualidad es dividir y polarizar las sociedades. Paradigmas que ni siquiera obedecen a una verdad histórica, por el contrario, revelan la desinformación a la que han sido sometidas nuestras sociedades.


En el escenario político nacional e internacional se continúa hablando  de conceptos tales como la “izquierda”, “derecha” o “centro” para hacer referencia a las ideologías políticas, de ésta manera, los partidos políticos se autodefinen y se ubican en el espectro ideológico. Tal categorización ha condicionado a nuestras sociedades y las  confinó a debatirse ante una falsa dicotomía, peor aún, nos condena a una prisión mental, presos de un paradigma falso y obsoleto, impidiendo el progreso y el avance de las sociedades hacia nuevas formas de organización política.

Los conceptos de izquierda y derecha política nacen en el Siglo XVIII durante la Revolución Francesa por el lugar que ocupaban las distintas facciones en la Asamblea Constituyente.


Brevemente, podemos decir que las facciones eran las siguientes:

1)   La Extrema Derecha: integrada por los llamados “emigrados” que eran miembros de la nobleza, partidarios de la monarquía absoluta.

2)   La Derecha Moderada: facción integrada por los llamados “Fuldenses”, que eran partidarios de una monarquía constitucional, opuestos al denominado antiguo régimen y a la democracia. También integraban la derecha moderada los “Girondinos” que aunque tenían ideas republicanas, estaban a favor de una monarquía constitucional.

3)   La Extrema Izquierda: dentro de esta facción encontramos a los “Jacobinos”, quienes en un principio eran moderados, pero, pasaron a tener ideas más radicales. Este sector también lo integraban los más extremistas llamados  “Cordeliers”. posteriormente ambos grupos de unificaron y pasaron a denominarse la “Montaña” o “Montagnards”.

4)   El Centro o Moderados: facción integrada por la mayoría de los diputados denominados “Marais” o “LLano”. Este grupo oscilaba entre la izquierda y la derecha, considerados como los indecisos por las demás facciones.

Como podemos observar, si bien ese es el origen de los términos “izquierda” y “derecha” política, nada tienen que ver con las ideologías políticas del Siglo XIX, XX o XXI. Solo para poner algún ejemplo, podemos decir que cualquier dictadura militar, el Nazismo, el Fascismo, o la administración de Ronald Reagan y Margaret Thatcher  pertenecen a la denominada “derecha”, pero, nada tienen que ver entre sí. Por otro lado, la Socialdemocracia Europea, la Izquierda Verde Nórdica, el parido “Podemos” de España, el “Gran Polo Patriótico Simón Bolívar” de Venezuela, el Partido Comunista Chino, el Marxismo-Leninismo, Maoísmo o Trotskismo, poco tienen en común.

Respecto a los denominados partidos políticos de “centro”, teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, la gran pregunta que cabría seria ¿al centro de qué?.

Quizás resulta tener algo de lógica la categorización “izquierda”, “derecha” o “centro” en aquellos países donde existe la Monarquía.

En el plano de la política nacional, desde hace varias décadas, la sociedad ha sido testigo y victima de la falsa división entre la supuesta “derecha” e “izquierda” que no tiene más sentido ni fundamento que el de una  inexistente verdad. Quizás si fuésemos proclives a creer en conspiraciones mundiales o “conspiranoicos” como gustan llamar a algunos, podríamos decir que el invento de la “derecha” y la “izquierda” política obedece a un plan muy bien ejecutado por parte de la élite mundial, esos oscuros poderes que manejan los hilos del poder desde las sombras para dividir, enfrentar y dominar al mundo.

Ahora bien, con estricto rigor histórico, aquellos partidarios de la “derecha” son los monárquicos, realistas o partidarios de una monarquía absoluta, mientras que los partidarios de la izquierda son aquellos partidarios de los valores y principios republicanos y, el centro, sería algo así como un sector que sin exponer nada en concreto oscilan entre uno y otro.

Lo que es real es que las ideas que inspiraron a la Revolución Francesa, fueron la fuente de inspiración que dio origen al liberalismo político y al socialismo. En tal sentido, ideales tales como igualdad, libertad y fraternidad engloban la esencia del liberalismo y del socialismo político que buscan en definitiva el progreso de la sociedad. Podríamos afirmar que tanto el liberalismo como el socialismo son hermanos gemelos que luego de su nacimiento se fueron distanciando hasta convertirse en sinónimo de opuestos. Tanto uno como el otro plantean la preocupación de que algún grupo pueda concentrar el poder, la riqueza y los privilegios, así, para dar solución, ambos, liberalismo y socialismo recurren a modelos de organización económicas distintas.


Así, básicamente y de manera muy breve, podemos decir que para resolver los problemas el liberalismo aboga por un Estado mínimo o limitado ya que desde ésta concepción el Estado es el factor que más favorece la concentración del poder. Por otro lado, los socialistas para resolver los mismos problemas proponen reforzar al Estado.

En definitiva, tanto el liberalismo como el socialismo son dos caras de una misma moneda, que, además, cuando se llevan a los extremos terminan siendo tan perjudicial uno como el otro para el conjunto de la sociedad. Dictaduras o regímenes totalitarios liberales y socialistas no se diferencian, pues el fin no justifica los medios.

La realidad es que lo único que se demuestra es la existencia del principio de polaridad que afirma que “…Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse…”.

Como sociedad debemos evolucionar rompiendo falsos paradigmas de tal manera que podamos dar verdaderas respuestas y soluciones llamando a cada cosa por su nombre.


“…Los paradigmas son poderosos porque crean los cristales o las lentes a través de los cuales vemos el mundo. El poder de un cambio de paradigma es el poder esencial de un cambio considerable, ya se trate de un proceso instantáneo o lento y pausado…”. Stephen R. Covey

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