sábado, 14 de enero de 2017

El IMPERIO Y SU LEGITIMIDAD

Tras la caída de la Unión Soviética, emergió como única súper potencia  los Estados Unidos de Norteamérica. Pocos reflexionaron en su momento lo que esa situación iba a significar en un futuro para el conjunto de las naciones que habitan el mundo.

Los Estados Unidos al tomar conciencia de su poder único y sin igual, comenzaron entonces una etapa de transformación que los llevaría a convertirse en una autentica súper potencia imperial, que en función de sus intereses ya no solo utiliza tácticas y técnicas sutiles de dominación como por ejemplo la ideología y el dominio económico financiero, sino que a partir de ahora utiliza su extraordinario y avasallador poder tecnológico-militar para la ocupación efectiva de un país.

Los medios de los cuales hacia uso anteriormente para legitimar su poder eran las Naciones Unidas con su respectivo Consejo de Seguridad y la OTAN. Actualmente esas formas de legitimación han pasado a la historia porque siente que; en primer lugar, ya no le son funcionales a sus propósitos, y en segundo lugar, han tomado verdadera conciencia de que ya no lo necesitan para legitimar sus actos. Así la protección y el resguardo que las naciones más débiles tenían aunque fuera de manera virtual como lo era el derecho internacional encarnado en la ONU; ha pasado a ser una pieza de colección.


El verdadero problema que entonces enfrenta un imperio; como ha sucedido a lo largo de la historia, es que un poder basado únicamente en la fuerza, de hecho, puede ser efectivo pero no puede ser considerado legítimo. La filosofía política clásica considera que su tarea es plantearse el problema del fundamento del poder, y se ha inclinado a negar que un poder únicamente fuerte, independientemente del hecho de que sea capaz de durar, pueda ser justificado. De aquí la distinción axiológica entre poder legítimo y poder ilegítimo, con base en el argumento ritual: “¿Si nos limitamos a fundar el poder exclusivamente en la fuerza, como se logra distinguir el poder político del de una banda de ladrones?”.

Este problema fue presentado de manera contundente por San Agustín en el famoso fragmento sobre el cual se han vertido una infinidad de comentarios: “¿Sin justicia que serían en realidad los reinos sino bandas de ladrones?, ¿Y que son las bandas de ladrones sino pequeños reinos?. En este sentido, es muy interesante destacar el celebre intercambio de palabras entre Alejandro y el pirata:

                                       “Preguntándole este rey qué le parecía cómo tenía de inquieto y perturbado el mar, con arrogante libertad le dijo: Por el mismo motivo por el que tú infestas la tierra; mas porque yo lo hago con un pequeño bajel me llaman corsario, y a ti, porque lo haces con un gran ejército, te llaman emperador”.

Así, pues, resulta muy adaptable el dialogo de Alejandro y el pirata si en lugar de corsario utilizamos la palabra dictador y, en vez de emperador utilizamos el termino libertador; para ilustrar las posturas entre los Estados Unidos y las naciones del mundo a las que dicen darles “libertad” y “democracia” .

Ha resultado muy claro a lo largo de la historia que los grandes imperios no han necesitado otra cosa para legitimar sus actos más que el poder, sin embargo, los líderes norteamericanos han sabido recurrir a métodos tendientes a convencer a su propio pueblo de la existencia de enemigos, esto, con el fin de reafirmar su nacionalismo en busca del consenso de su población, para de esta forma lograr la legitimación interna. En un pasado fue la lucha de la democracia contra las dictaduras autoritarias y totalitarias; luego fue la lucha contra una súper potencia que amenazaba la democracia y el sistema capitalista, y actualmente, está tratando de formar un nuevo enemigo bajo la denominación de terrorismo.

De esta manera la única súper potencia logra por un lado la unificación interna y por el otro el crecimiento de su economía. Así el imperio canaliza su energía política, social y económica en busca de un nuevo objetivo, ello para evitar el relajamiento de sus estructuras política, económica y militar-industrial. Recordemos que un país sin objetivos por alcanzar, sin un rumbo que seguir, es proclive de ser destruido por su propia energía.


En la esfera de la política internacional, comienzan a correr vientos de nuevos conflictos a nivel de las súper potencias y, en ese contexto, las naciones del mundo deben tener una política clara y definida en cuanto a las relaciones internacionales. Para el caso de América Latina es de vital importancia tomar posición de manera unificada como región con el objetivo de minimizar los coletazos de una posible crisis e inestabilidad tanto en el plano de la política como de la economía.


“…Las políticas exteriores de los Estados individuales deberían desvincularse, poco a poco, de la categoría que hasta ahora ha constituido su eje más frecuente: la de "nuestros intereses nacionales". Ella tiende más a dividirnos que a unirnos. Cada uno de nosotros tiene algunos intereses específicos. Pero por encima de ellos están los principios que abrazamos…”. Václav Havel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

/